Diversos autores relacionan el sentido de pertenencia a una apropiación social y cultural del territorio por parte de una población. En este sentido, escritores como Joan Nogué -geógrafo español- relacionan las sociedades humanas con el lugar que habitan, con el cual se identifican y vinculan, otorgando importancia a este en la medida que es formador y consolidador de identidades.
El Conjunto Matta Viel en Santiago, de la oficina de los arquitectos Bresciani Valdés Castillo Huidobro, es en este sentido significativo por diversas razones. Resalta con mayor fuerza y quizás constituye un ejemplo notable de apropiación, siendo un caso modelo de vivienda social en Chile promovida por el sector público, que no sólo logra insertarse de manera sutil al tejido urbano sino que además logra ser conquistado por sus habitantes.
Ahora bien, como profesionales que diseñamos y definimos el rol de los lugares, cabe preguntarnos ¿qué es lo que hace que un grupo humano se apropie de ciertos espacios y qué hace que no? ¿Qué aspectos contribuyen a establecer este diálogo? ¿O bien, bajo qué parámetros se puede fomentar este vínculo?
Dicha aseveración también funciona para las distintas escalas en que se puede observar la relación entre habitantes y una ciudad, un pueblo o una villa. Pero en este ocasión, nos concentraremos en una particular escala urbana, la del Conjunto Habitacional Matta Viel.
El inmueble que fue posible gracias a los sistemas de financiamiento público, recibió a las primeras familias en la década de 1960, quienes producto de una ocupación en etapas se asentaron en los departamentos del Bloque A cuando los demás bloques aún seguían en construcción.
Inicialmente la organización del recinto se encontraba a cargo de un administrador que al igual que los nuevos residentes formaba parte del Banco del Estado, de manera tal de crear una comunidad cercana y conocida. Lo anterior contribuyó a generar vínculos entre los vecinos, quienes en los años venideros llevaron a cabo diversas celebraciones a nivel de comunidad, tales como pascua, mes de maría, matrimonios, fiestas patrias, año nuevo y cumpleaños, afianzando vínculos de amistad y caracterizando en una primera etapa un grupo altamente cohesionado producto de la vinculación institucional y la consolidación de un ambiente familiar generado en los espacios comunitarios.
Sra. Adelaida, vecina:
‘(...) éramos como una familia, aquí no se notaban las diferencias (...) Nos conocíamos todos, los que vivían más allá, los que vivían al frente, todos nos conocíamos, todos nos saludábamos, todos teníamos una convivencia (...) había respeto y una comunidad (…)’
Como recuerdan los residentes, sin importar el rango de edad se reunían y compartían a modo de una gran familia. Algunos llegaron de pequeños junto a sus padres he hicieron amistades que aún hoy perduran. Frente a esto, el hecho de que el conjunto haya sido el patio de juegos, reuniones y el soporte físico del sinfín de actividades realizadas ayudó a generar en la comunidad un sentimiento de pertenencia y apropiación por la obra. La comunidad más joven solía divertirse en los patios y correr por las pérgolas, mientras que los mayores recuerdan juntarse a conversar por las tardes en los pasillos elevados que hacen de conexión a los distintos departamentos.
Luis Fregorana, vecino:
‘(...) La piscina era un lugar de encuentro recurrente de los jóvenes y niños de esa época. Había dos piscinas, una para los bebés que ahora está tapada con tierra, y la grande, que ahora no funciona. Eran verdaderos espacios comunes, donde todos convergían en ese lugar(...)’
Oriana Vera, vecina:
‘(...) Aquí todo lo hacíamos en el pasillo -frente a los departamentos- la gente se juntaba en el pasillo con sus sillas cuando hacía calor, había muchas familias que sacaban sus mesitas y se ponían a conversar. Nos sacabamos fotos en el pasillo porque era como el patio de tu casa. El pasillo era un lugar donde te encontrabas con tu gente(...)’
A partir de dichas declaraciones recogidas en el texto Conjunto Habitacional Matta Viel, puesta en valor del patrimonio arquitectónico y vida en comunidad se evidencia el valor de este inmueble tanto por su capacidad arquitectónica como por su condición de generador de comunidad, rescatando el diseño y concepción de la obra siempre en pos de responder a los aspectos humanos y sociales de la experiencia residencial.
Contar con un diseño preciso capaz de ahondar con la misma fineza en el desarrollo de espacios interiores y exteriores, privados y comunes, se ve reflejado aquí en la capacidad para crear y forjar comunidad, en su destreza para generar y potenciar el encuentro, así como en la virtud de resolver a partir de una escala constructiva tanto el problema habitacional como la integración social en las distintas escalas: doméstica, vecinal y urbana.
Vecino Manuel Barrera:
‘(...) en el año 70, se hizo una elección de reina acá. Lo que más recuerdo, es que los jóvenes mayores tenían un conjunto musical y ensayaban en el subterráneo, donde tocaban la batería. Y el día del evento, ellos instalaron un escenario en el cuadrado (patio techado del bloque C) y tocaron la guitarra eléctrica en un ambiente de mucho cariño. Las mamás hicieron sanguchitos, canapés, juguitos (...) Hubo carreras de saco y finalmente la coronación de la reina (...)’
Familia Ramírez Vera:
‘(...) Mi matrimonio fue el primer matrimonio que se hizo en Matta Viel, eran todos del Banco del Estado, del edificio, fue la última fiesta que se hizo después porque vino el Golpe -de estado de 1973- (...) fue una fiesta de tres días, vino gente de todos lados (...) El señor Canales adornó la piscina, le puso velas, fue una fiesta muy linda (...)’
Oriana Vera, vecina:
‘(...) habían hartas actividades, muchas, (...) para Navidad por ejemplo, nosotros actuábamos y nos disfrazábamos. Había shows, era entretenido, nunca estuve solo, siempre tuve amigos, entraban niños que eran del vecindario también. También estaba el mes de María que era un espacio en que la gente se juntaba (...) desde siempre todas las reuniones se hacían abajo, las convivencias se hacían en la cancha(...)’
A modo de síntesis, podríamos decir que toda obra arquitectónica debe ser pensada en primera medida para acoger al humano y los actos que desempeña, dicho esto, este caso constituye un ejemplo replicable de contención tanto del espacio como de la vida que en él acontece. Se aprecia cómo el buen diseño juega un rol decisivo en la conformación de comunidades en tanto entrega una serie de posibilidades de uso, fomentando el encuentro y la interacción social. El conjunto en definitiva, se asienta sobre una especie de zócalo público, elemento clave e inseparable para comprender la obra y las relaciones que en el se dan.
Para más información visita el siguiente link.
* Los testimonios aquí indicados forman parte del libro Conjunto Habitacional Matta Viel, puesta en valor del patrimonio arquitectónico y vida en comunidad. Santiago, Chile: Consejo Nacional de La Cultura y Las Artes, Gobierno de Chile, escrito y editado por Amanda González, Tamara Jeri, Leonardo Suárez, Cristian y Carlos Vidal.